“Marriage Story” es una película de original de Netflix, que no tuvo tanta promoción, como ha sido el caso de otras contemporáneas. Sin embargo, cuenta con un gran guión, actuaciones sobresalientes y una gran dirección. Ha sido, a mi entender, una de las grandes sorpresas del 2019. Aunque el propósito principal de las producciones de Netflix es formar parte exclusiva de su catálogo de streaming, algunas de sus producciones se exhiben brevemente en ciertas salas, para poder competir en premiaciones como los Oscar y Golden Globe. Esta tendencia, que comenzó con Roma, de Alfonso Cuarón, ha tenido gran éxito, ya que este año, al menos tres producciones de Netflix fueron nominadas al Oscar, dos de ellas (Marriage Story y The Irishman) en la categoría de Mejor Película.
Este filme, protagonizado por Scarlett Johansson y Adam Driver cuenta la historia de un matrimonio en crisis y la lucha de egos, disfrazada con la lucha por la custodia del hijo de la pareja durante el divorcio, así como varios conflictos éticos y morales. Un guión impecable de Noah Baumbach (nominado al Oscar, en la categoría de Mejor Guión Original), que nos mantiene con interés en la trama en todo momento, y nos adentra en la historia de los personajes, incluso haciendo que tengamos empatía por uno de los principales, para, de manera casi inmediata, sintamos empatía por el otro personaje. Ambos intercambian los roles de protagonista y antagonista, de manera espectacular.
De los principales puntos a favor de esta película se encuentran sus actuaciones. Las impresionantes interpretaciones de Johansson y de Driver, como principales, les han valido nominaciones a importantes premios, incluyendo el tan codiciado Oscar. Asimismo, Laura Dern, fue nominada como Mejor Actriz Secundaria, por encarnar a la despiadada abogada de Johansson. Aunque no recibieron nominaciones al Oscar, debemos destacar también las actuaciones de Ray Liotta y Adam Alda.
La dirección, a cargo de Noah Baumbach, estuvo muy bien cuidada y logra su propósito de llevar a la pantalla un gran guión, también realizado por él.
La cinematografía del irlandés Robbie Ryan, no fue de mi agrado, ya que pudo aprovechar mejor las ventajas del formato fílmico. Estuvo demasiado granosa, con un look de los 70s, a pesar de no desarrollarse en esa época.
Una película para reflexionar sobre el intenso drama humano que representa un divorcio. Altamente recomendada, para cautivar a la audiencia. Definitivamente su publicidad no le hizo justicia.