Drama exagerado y sensasionalista, con una dosis de mal gusto y versión estereotipada y caricaturesca del boricua. Así se puede describir en una frase el controversial documental “After María”, de la cineasta Nadia Hallgren. Aunque en aspectos técnicos, como la cinematografía, edición, sonido, etc., la pieza está muy bien, (lo cual es natural por sus créditos como directora de fotografía y operadora de cámara de importantes proyectos), el contenido es el que da mucho que desear.
Para comenzar, el título “After María” sugiere un enfoque más amplio y extenso sobre el tema, lo cual defrauda al espectador, al no encontrar lo que esperaba. El título debió ser más específico y que representara el contenido del documental de cerca de 30 minutos, que cuenta las vivencias de tres familias puertorriqueñas que se fueron a Nueva York, a través de un programa de ayuda de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), que les pagaba hotel en esa ciudad, como ayuda por haberse quedado sin vivienda, tras el paso del Huracán María en 2017.
El documental carece de sustancia, de una historia que represente el verdadero sufrimiento y drama humano de los afectados por este fenómeno atmosférico y se reduce a mostrar, de manera superficial la hermandad entre el grupo de puertorriqueños que vivieron temporalmente en este hotel y sus constantes quejas contra FEMA porque no continuó pagándoles el hotel, luego de la fecha en que terminaba el programa.
Las actitudes de las protagonistas de sentir que lo merecen todo y que esperan que el gobierno les resuelva su situación, y sus exageradas reacciones a los obstáculos que están enfrentando, crean un falso e innecesario drama que contrasta con la realidad de cientos de miles de familias que lucharon contra la falta de energía eléctrica, de agua, escasez de alimentos y otros problemas más trascendentales, que la pérdida de un smartphone o el “hacinamiento” en un cuarto con aire acondicionado las 24 horas. Es precisamente este aspecto el que ha indignado a muchos puertorriqueños, que incluso han pedido que el documental se elimine de la plataforma de streaming Netflix.
Favorezco que permanezca exhibiéndose, ya que hay que respetar el derecho a la libertad de expresión de la realizadora, así como de las personas que les haya gustado, independientemente de que sean o no una minoría. Sin embargo, no sólo reconozco que falla gravemente en su falta de objetividad, limitada visión, y, como mencioné anteriormente, abuso del drama exagerado, también la “realidad” presentada en el mismo contribuye a la visión distorsionada y estereotipada de que la mayoría de los puertorriqueños no quiere trabajar y busca que el gobierno le supla sus necesidades.
Recomiendo verlo para que cada uno pueda llegar a sus propias conclusiones.